AMOR DE GATA
DAYLIS TORRES SILVA el 10/10/2024

AMOR DE GATA

Graham Fox es un eminente psiquiatra que maneja con hilos invisibles incluso a sus colegas, haciendo que le entreguen sus casos más especiales. Siempre ávidos de nuevos acertijos, descubre en uno de sus recorridos un caso especial: Sofía Midleton trepa como un gato, duerme como un gato… ronronea como un gato. Tomar un caso especial no es nada nuevo para él, el problema es si ayudar a Sofía a recuperarse realmente es lo mejor para ella.

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CAPÍTULO 1. La mujer en el tejado
DAYLIS TORRES SILVA el 31/10/2024

CAPÍTULO 1. La mujer en el tejado

No, esta no es una historia de cambiantes, ni de criaturas míticas ni de ninguna fantasía que pueda abarcar más allá de la imaginación de un ser humano, aunque esa, ciertamente, suele ser más extensa y peligrosa. No.

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CAPÍTULO 2. Un gato en una jaula
DAYLIS TORRES SILVA el 30/10/2024

CAPÍTULO 2. Un gato en una jaula

Nadie que viera a Graham Fox, con su desaliño natural y aquella forma de encorvarse que siempre lo hacía ver cansado, podía imaginar que debajo de esas ropas había un hombre de uno noventa, lo suficientemente fuerte para alzar en vilo a Sophia y meterla por una de las ventanas de la torreta.

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CAPÍTULO 3. Una audiencia especial
DAYLIS TORRES SILVA el 29/10/2024

CAPÍTULO 3. Una audiencia especial

Graham se removió incómodo en la silla de su despacho, mirando la lluvia golpear su ventana. Sophia seguía internada, dormida, tranquila por el momento. La idea de dejarla ahí lo carcomía por dentro, pero la opción era hacerse cargo de ella en su totalidad no podía tomarse a la ligera, así que veinticuatro horas y una tormenta le dieron la perspectiva adecuada.

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CAPÍTULO 4. Teriantropía
DAYLIS TORRES SILVA el 28/10/2024

CAPÍTULO 4. Teriantropía

Sophia alzó la cabeza de golpe, con los ojos fijos en la pequeña pelotita que había rodado hasta el estrado de los testigos. Durante un segundo, todo fue silencio en la sala del tribunal. El juez observaba con una mezcla de asombro aquellos ojos extraños de Sophia, y Graham no hizo ni un solo gesto para evitar aquel movimiento felino con que ella se incorporaba sobre la mesa.

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