Esas palabras que algunas mujeres necesitan gritar... y otras escuchar.
Buena, mala y peor.
No soy buena ni mala.
No padezco de esa sola línea bondadosa que me haría naturalmente imperfecta. No tengo una arista, ni una sola cara.
Yo soy buena, soy mala, y soy peor.
Siento envidia sarcástica y profunda… y a veces controlada.
A veces odio a la humanidad solo por existir, y por interrumpir mi querida soledad.
Compadezco a quienes no tienen voz, y detesto a la gente que pudiendo gritar, no lo hace.
Amo la oscuridad y el silencio.
Mi mano siempre está tendida, pero no siempre quiero ayudar.
Me alegro cuando me traicionan, porque aprendo y justifico mi subida en el “hijeputímetro”.
Me alegro por los éxitos de la gente que quiero, y me hacen darme cuenta de que quiero a pocos.
Olvido mirar la inmensidad del cielo, y la puñetera luna me tiene sin cuidado.
Soy una cínica que escribo romance, y amo absurdamente los finales felices.
No guardo rencor, pero es solo porque me da pereza seguir pensando en la gente.
Amo con todo el corazón… por poco tiempo.
No soy buena ni mala. Odio, amo, me frustro, lastimo y protejo con la misma intensidad.
Yo soy buena, soy mala y soy peor. Soy perfecta. Soy humana. Soy yo.