CAPÍTULO 1. La traición

Escrito el 31/10/2024
DAYLIS TORRES SILVA

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—¡¿Cómo pudiste?! ¡Maldición, Lottie! ¿¡Cómo pudiste hacerme esto!? —gritaba Callie desesperada mientras las lágrimas corrían por sus mejillas.

Charlotte hizo un esfuerzo por abrir los ojos y se encontró con el rostro desencajado de su hermana mayor, que se desfiguraba entre espantosos gritos de reclamo.

Se frotó los ojos, tratando de enfocarse y tras ella escuchó los gritos de su madre y toda clase de exclamaciones y malas palabras de su padre. Solo entonces, cuando intentó sentarse, se dio cuenta de lo que pasaba. Miró alrededor y no estaba en su cama, estaba en una de las habitaciones de huéspedes y a su lado en la cama estaba un hombre, borroso en la luz matutina, que trataba desesperadamente de cubrirse.

—¡Dios! —gritó tratando de retroceder pero solo consiguió caerse ella misma de la cama, quedándose desnuda delante de su familia.

—¡Ni dios te va a perdonar, Lottie! —le gritó Callie entre sollozos mientras ella tiraba de una manta para taparse—. ¿Cómo pudiste traicionarme así? ¡Soy tu hermana! Te he cuidado y te he amado toda tu vida... ¿Cómo pudiste acostarte con mi prometido la misma noche de nuestro compromiso, Lottie?

El horror se apoderó de Charlotte cuando se dio cuenta de quién era el hombre: Blake, el prometido de su hermana.

Un mundo de traición, infidelidad y familia destrozada se abría ante ella. No podía creer que estuviera en aquella situación, en especial porque además de un dolor de cabeza horrible no recordaba nada. ¿Cómo habían llegado allí? ¿Qué había pasado? Su memoria parecía haberse desvanecido, dejándola con una sensación de confusión y desamparo de la que no podía escapar.

De lo único que estaba segura era de que ella habría sido incapaz de hacerle algo así a su propia hermana.

—¡Nooooo, no no no, Callie! ¡Yo no lo hice, yo no hice nada...! ¡Yo jamás haría algo así, esto es un error!

Y sí, "error" era la palabra que gritaba el rostro de Blake Baldwin, que ni hablaba ni trataba de justificarse como ella porque parecía que apenas era capaz de mantenerse en pie.

—¡¿Entonces lo hizo él?! —le gritó Callie señalándolo con furia—. ¿¡Él te obligó!? ¿¡Él abusó de ti, Lottie!?

—¡No, claro que no! —la respuesta fue automática porque Charlotte estaba más que segura de que Blake no era esa clase de hombre y que jamás la lastimaría—. ¡No, no es su culpa...!

Se sentía como si estuviera atrapada en una pesadilla de la que no se despertaría jamás.

—¿¡Y de quién es la culpa Lottie!? —gritó su hermana sujetando su barbilla con tanta fuerza que le hizo daño—. ¿¡De quién es la culpa de que tu maldita virginidad esté en esas sábanas!?

Charlotte vio la cama, temblando de miedo, y miró a Blake que le devolvió una mirada llena de horror por la sangre que manchaba aquella sábana blanca.

—¡No... no no no! —gritó ella mientras las lágrimas subían a sus ojos y empezaba a llorar con desesperación.

Su corazón estaba lleno de angustia, pero su cuerpo, ese que debía doler o escocer de alguna forma, no lo hacía. La situación podía parecer clara para los demás: Blake y ella se habían acostado juntos, pero ella no sentía absolutamente nada.

—¡No, Callie! ¡Esa sangre no es mía, no es mía! ¡Te lo juro por mi vida! Yo no me acosté con él...

—¡Cállate! —gritó su hermana histérica y la bofetada hizo que Charlotte se tambaleara—. ¡Solo eres una chiquilla, Lottie, no es edad para ser tan zorra!

Charlotte sintió que su corazón se rompía en cientos de pedazos. Jamás nadie le había levantado la mano en su vida y ahora su hermana le había pegado con tanta fuerza que podía saborear la sangre en el interior de su mejilla.

—¡Yo no hice nada! —gritó desesperada apretando los puños alrededor de la manta en la que se envolvía—. ¡Blake, dile que no hicimos nada! ¡Díselo!

Pero la cara de Blake Baldwin era una máscara de rabia y de impotencia.

—No sé lo que hicimos —espetó con tono tan bajo y tan controlado que helaba la sangre—. Supongo que estoy medio drogado todavía... No sé lo que hicimos.

—¿¡Lo drogaste!? —el grito de su madre superó al de su hermana y Darcy Pearce hizo a un lado a su hija mayor para acercarse a Charlotte—. ¡Dime que es mentira, Lottie! —le reclamó sacudiéndola por los hombros—. Siempre tuviste un estúpido crush adolescente con Blake, ¡pero jamás pensé que llegaras a tanto!

—¿¡Quééééééééé!? —Charlotte abrió los ojos desesperada.

—No... mamá eso no es cierto... yo no...

La segunda bofetada la hizo encogerse sobre sí misma y llorar con agonía, porque había llegado de parte de su madre y no podía soportar la idea de que su propia madre la maltratara.

—¡Eso no es cierto, mamá! ¡No es cierto!

—¡Lo escribiste en tu maldito diario, Lottie! ¡Lo escribiste! —gritó Darcy con frustración mientras Charlotte se cubría la cabeza con las manos, llorando amargamente.

—¡Yo no escribí eso, yo no...!

¿Pero cómo iba a negarlo? No sabía si era un crush o no, solo sabía que Blake era el hombre más bueno que había conocido jamás, que lo admiraba y que lo quería muchísimo porque lo conocía desde que era una niña. Pero eso no significaba que fuera capaz de acostarse con él ni mucho menos drogarlo.

—¡Yo no hice nada! ¡Yo no hice nada! —sollozaba desesperadamente mientras a su alrededor todo el mundo gritaba.

Y el único momento en que se callaron fue cuando Blake recogió su ropa, que estaba desparramada en el suelo, y se acercó a su hermana, sujetando todavía una sábana alrededor de sus caderas.

Ni siquiera la miró, solo se acercó a su oído y dijo las palabras que desataron el desastre:

—El compromiso se cancela.