CAPÍTULO 3. Un reencuentro

Escrito el 09/09/2024
DAYLIS TORRES SILVA

2

A Santiago le dolía hasta pensar y eso era decir mucho, pero a medida que aquel avión iba descendiendo en Mónaco, era como si su cabeza se fuera aclarando. Abrió los ojos y se incorporó, llevándose instintivamente una mano al pecho, pero por increíble que pareciera, aquel sitio donde le habían incrustado el “robot vital” o como quiera que lo llamara Mateo, era el que menos le molestaba en todo su cuerpo.
Sin embargo enseguida notó que algo faltaba. El diamante no estaba, solo la placa base, así que algo debía haber sucedido.
Se levantó trastabillando, pero apenas dio un par de pasos fuera de la habitación cuando un niño que era una copia de Kolya pero más sarcástico y de Yuri pero más simpático se le acercó.
—¡Cuidado, monstruo, que si te desmayas encima de alguien, el pobre alguien no la cuenta! —bromeó con pasando un brazo alrededor de su torso como si de verdad fuera capaz de sostenerlo; y Santi se lo agradeció de corazón mientras llegaba hasta un asiento junto a Katerina y Mateo.
Su primer movimiento fue hacia él, y apoyó la frente en la suya, pero antes de que pasara nada más Alexei resopló.
—¡Si lo besas me gomito!
—Alek. —Katerina le abrió los ojos, pero las carcajadas de Santiago y Mateo le confirmaron que solo era una broma interna de los trillizos.
—Para tu información, ya Kolya y Yuri nos tienen mareados con las puñeteras maratones de La era del Hielo —le respondió Mateo—. Así que ve a gomitarte allá atrás porque ahora voy a besar a mi novio, amén.
Y Aleksei solo puso los ojos en blanco, ocupando su asiento junto a su madre, mientras Matt dejaba un beso suave en los labios de Santi y encajaba aquel suspiro de cansancio.
—Genio, ¿qué fue lo que me hiciste que me dejaste tirado? O mejor dicho ¿que me levantaste y luego me dejaste tirado? —preguntó tocando su pecho.
—Antes que nada, amarte —replicó Mateo y se metió la mano en el bolsillo para sacar esa mitad de diamante que había desconectado y se la extendió para que la viera por dentro—. Y después... una dosis de adrenalina directo a su corazón. Lo siento, tuve que activar el protocolo de emergencia, tú estaban inconsciente, yo no podía moverme...
Santiago tomó el pequeño dispositivo y lo observó con cuidado. En la enormidad de su mano parecía como una pequeña cáscara de nuez en tonos aguamar, cristalino y hermoso, pero él sabía muy bien que había representado toda la diferencia.
—Esta cosa nos salvó la vida esta noche —murmuró—. Si no hubiera sido por esto nos habríamos ahogado todos en ese camarote. —Sus ojos se giraron hacia Katerina con la sinceridad reflejada en ellos—. Gracias por regresar por nosotros. Estás loca de remate, pero gracias por regresar.
—Tranquilo —sonrió la mujer—. Te lo voy a cobrar en especias. Ahora vamos a buscar al resto de mis hijos que ya deben estar locos por encontrarse —aseguró pasando un brazo sobre los hombros de Aleksei y besándolo en la cabeza con un gesto maternal.
Santi y Mateo no tenían idea de hacía cuánto tiempo Katherina había adoptado a Aleksei, pero era evidente que el amor madre hijo ya era fuerte entre ellos, y no dudaban de que así sería también con el resto del trío.
Aterrizar en Mónaco tomó más tiempo que bajar del avión y subirse a aquellas camionetas con escolta que ya los estaban esperando. En menos de media hora ya atravesaban las puertas de su departamento y todos se apartaban del camino para ver a aquellos hermanos correr unos hacia los otros.
—¡Tarado!
—¡Imbécil!
—¡Estúpido!
Se gritaron abrazándose, y Mateo le dio un codazo a Katherina.
—Vas a tener que trabajar mucho en su vocabulario —susurró, pero la verdad era que estaban todos enternecidos porque parecía que aquel abrazo de tres no se iba a acabar nunca.
—¡Te dije que los iba a encontrar! ¡Te lo dije! —exclamó Kolya golpeando el pecho de Aleksei y Yuri les revolvió el cabello a los dos.
—¡Lo sé, cerebrito, lo sé! —le sonrió Aleksei—. Pero yo también los estuve buscando, mamá y yo no hemos descansado desde hace seis meses. ¡Hemos estado buscando por todos lados, estuvimos en cada orfanato a donde nos llevaron!
Y por más entusiastas que fueran aquellas palabras, sus dos hermanos no pudieron evitar tensarse cuando escucharon la palabra “mamá”. Todos los ojos se centraron en Katherina y ella se adelantó con una sonrisa enigmática mientras veía cómo la imagen de su primer hijo se triplicaba.
—Hola, mi nombre es Katherina... y juro que doy menos miedo cuando no me veo como un pollo mojado —rio relajando el ambiente y Aleksei le dio un codazo cómplice.
—No es cierto, tú asustas siempre —sentenció y tanto Yuri como Kolya alargaron las manos para saludarla con todo el protocolo.
—Bueno... le agradecemos mucho que haya adoptado a Aleksei y... bueno y que haya tratado de encontrarnos —le dijo Yuri.
—También sería genial si pudiéramos verlo de vez en cuando —añadió Kolya—. No sé dónde vivan pero...
—¿¡De vez en cuándo?! —replicó Aleksei—. ¡No nos vamos a ir a ningún lado, y cuando lo hagamos nos iremos juntos! ¡Mamá nos va a adoptar a todos! ¿No es cierto? —Los ojos del niño se posaron en ella de inmediato y Katerina asintió.
—Por supuesto que sí. No tienen que volver a separarse más —les dijo con un suspiro—. Desde el mismo momento en que adopté a Aleksei asumí que tendría tres hijos... pero solo si ustedes quieren, por supuesto.
Lo mismo ella que Aleksei miraron a Kolya y a Yuri con la expectación brillando en los ojos, pero los chicos solo miraron a Santi y a Mateo.
—Oigan, nosotros tampoco nos vamos a ir a ningún lado —aseguró Santiago y cada uno de ellos pasó un brazo alrededor de Katherina con un gesto de confianza—. La familia solo acaba de crecer.
—Somos muy jóvenes para ser padres, y además odiamos ser estrictos —se burló Matt—. Pero podemos ser los tíos “cool”.
—¡Matt, por Dios, ya nadie dice “cool”, eso es taaaan anticuado! —lo corrigió Aleksei.
—¡Eso niño, tú provócame, a ver quién te va a enseñar a conquistar chicas si no soy yo! —rezongó Mateo.
—¡Uff, tema candente! ¡No le busquen los celos a Santi o esto se va a poner muy violento! —advirtió Kolya siguiéndoles el juego pero terminó mirando a Yuri con expresión decidida—. Estaría genial volver a ser una familia completa ¿no? —le preguntó y el protector del trío asintió.
—Sí... estaría bien —cedió Yuri—. Entonces ¿cómo nos vamos a llamar ahora?
—¡Orlenko! —exclamó Aleksei—. Vamos a ser Orlenko ahora. Kolya, Yuri y Aleksei Orlenko.
Y un segundo después Katherina los abrazara a los tres, solo para que una chiquilla que no llegaba a los cinco años, con dos coletas trenzadas y actitud de gallinita de pelea le robara uno.
—¡Amáaaaaaaaaaaa! ¡Una señora me quiere robar a Yuriiiiiiiii! —gritó Leisy y todos se echaron a reír porque no dejaba de ser gracioso aquel sentido de posesividad que tenía la enana con aquel trillizo en particular.
—Bueno, solo lo tomo prestadito ¿vale? —le dijo Katherina—. Pero siempre va a ser tuyo, lo prometo.
Y lejos estaba de saber que en eso, como en tantas otras cosas, no se equivocaba.
—Bueno, tíos “cool”, hora de hacer su papel —le dijo y Mateo palmeó al aire.
—¡Listo! ¡Este reencuentro lo vamos a celebrar con helado! ¡La nevera es suya! —declaró y acomodaron a los niños en el Espejo con unos cuantos puff y media nevera de helado, porque sabía que tenían mucho que contarse.
—¡Excelente, ahora, Papi Sexi Uno y Papi Sexi Dos...! —suspiró Katherina—. ¡Mami necesita un trago fuerte!