CAPÍTULO 4. Siguiendo el camino de los fiordos

Escrito el 25/08/2024
DAYLIS TORRES SILVA


Parque Natural Regional de Perigord-Limousin.

Francia.

 

Francia era sencillamente hermosa al inicio de la primavera, y el día había amanecido delicioso y soleado. Después de una hora entera de asombro de Evelett, Silver Moon había decidido finalmente parar de hablar por un rato y dejarse acariciar por la niña, que a pesar de todo parecía estar más empecinada que nunca en tratarla como a una mascota y no como a la bestia salvaje que era… o que más bien decía ser.

Evan había decidido poner término al proceso adaptativo de Evelett. Para eso la solución era enfrentarla directamente con el conflicto y los animales habían estado de acuerdo. Cuanto antes se viera inmersa en la nueva realidad en la que estaba destinada a vivir, mejor se ajustaría a ella. Lara no iba a poder ocultarle para siempre la verdad, y mucho menos conseguiría esconder de su vista las particularidades de las personas a las que conocería en adelante.

La nena enmudeció  tras las primeras palabras de la tigresa, un poco sobrecogida y otro poco maravillada, y luego le preguntó con mucha discreción si le había molestado mucho cargarla antes. La respuesta era sencilla: ella era un grano de maíz en comparación con el peso que Silver Moon era capaz de cargar. La pequeña suspiró aliviada y asimiló este cambio con la misma ecuanimidad con que estaba asumiendo todo lo demás. Por fortuna o por desgracia, un mundo fantástico parecía ser algo más natural para ella que para su hermana.

Evan aprovechó la distracción de Evelett y le hizo una breve señal a Khan para que lo siguiera. El tigre caminó de mala gana junto a él, un tanto preocupado por su proceder y más aún, interesado. En situaciones normales el Tercer Descendiente jamás se hubiera arriesgado a hablarle a solas, sin la presencia protectora de Lara.

_ Khan. _ se aventuró por fin Evan _ ¿Qué sucedió ayer? En la carretera, cuando los encontramos ¿Qué sucedía con Lara?

El enorme felino se sentó sobre sus cuartos traseros presintiendo que la conversación no carecería de importancia, y decidió responderle con la verdad. A pesar de todo, Evan no tenía la culpa de cómo habían salido las cosas con la muchacha, él era sólo un instrumento, el encargado de convertirla, y aunque los motivos escapaban a su entendimiento tal vez el joven hubiera hecho su trabajo tal y como lo habían previsto los ancestros.

_ Lara se enojó porque no conseguía rastrearlos y estaba muy preocupada por Evelett. _ confesó.

_ ¿Solo se enojó y ya? Porque parecía que ustedes tres estaban en medio de una refriega algo violenta.

_ Sí, ella… solo se frustró. No lograba dar con la pista y se frustró, se enojó y de un segundo al siguiente ya no fue capaz de pensar, dejó de ser dueña de sus emociones, incluso de sus actos. ¡Y créeme, no fue tarea sencilla someterla! Aún no desarrolla grandes habilidades cazando y mucho menos luchando, pero la destreza de su escape es inigualable.

_ Porque en el fondo es eso lo que quiere hacer, escapar. - murmuró el Tercer Descendiente.

Khan lanzó un gruñido sordo y dio una vuelta sobre sí mismo, acomodándose. Lo que asustaba a Evan era bastante natural para él y para Silver Moon. Ser una criatura de la noche no solo significaba un brusco cambio psicológico, sino también físico, hormonal. Hasta que no aprendiera a controlar cada aspecto de su nueva vida se sentiría fuera de lugar y frustrada, y la frustración potenciaría su característica más innata: la ira. El problema residía en cómo controlar esa ira.

_ ¿Qué es lo que te preocupa en realidad? _ increpó el tigre, algo impaciente y sin saber aún a dónde quería llegar Swels con sus preguntas.

_ Anoche no me dejó dormir. Estaba soñando y tuve que quitarle a la niña de al lado. Sus uñas y sus colmillos estaban completamente distendidos y se movía mucho, como si intentara correr. Temí que le hiciera daño a Evelett y cuando comenzó a despedazar las sábanas nos encerré en el baño. Temo que lo cambios que se están operando en ella sean un poco peligrosos para personas comunes como nosotros.

El tigre se revolvió inquieto por primera vez. No tenía idea de sobre qué estaba hablando el millonario. Era cierto que los pocos descansos que Lara había tenido en los últimos días habían sido bastante inquietos, pero no había observado nada fuera de lo común en ellos.

_ ¿Desplegó los caninos dormida?

_ Rendida, diría yo. Debía estar por lo menos en la última fase del sueño REM. Juraría que incluso rugía un poco, como ustedes. ¿No la estarás presionando demasiado con eso de que aprenda a cazar? Tal vez solo la hayas estresado un poco, he hablado antes con Silver Moon y me ha dicho que eres un perfeccionista.

_ ¡Chismosa! _ rezongó Khan _ Es cierto que la he estado presionando bastante, pero eso no explicaría sus cambios. Según me lo describes, Lara sufrió casi una transformación completa. Yo fui el stark más estresado de la historia y mi perfeccionismo jamás me llevó a transformarme dormido.

_ ¿Entonces?

Apenas a un par de metros de distancia se escuchó el levísimo crujir de una rama. Evan no lo notó, pero Khan volteó la cabeza con ademán resignado y ordenó con presteza.

_ Sal de una vez. Aún no eres lo suficientemente silenciosa, te vengo escuchando desde que saliste del motel, hace dos kilómetros.

Lara lanzó por lo bajo una maldición y se acercó refunfuñando. No necesitaba que le reforzaran la idea de que era torpe como una marmota, ya bastaba con que el bosque en lugar de esconderla pareciera delatarla. Y como si eso fuera poco, cuando se aproximó a Evan todo lo que vio en sus ojos fue duda; se suponía que la Madre fuera un poco más “dotada” en cuestión de habilidades de camuflaje, se suponía que había sido la primera y más grande cazadora.

Se dejó caer sobre un tocón bajo y rezongó su inconformidad con la pena propia del adolescente. No encontraba una forma agradable de disculparse por haber provocado un desastre, y mucho menos de describir la forma en que se había sentido sabiendo que había puesto en peligro mortal a la única familia que le quedaba.

_ Destrocé la cama. _ murmuró dirigiéndose sólo a Evan _ Tienes un cargo extra de trescientos euros en la habitación, ya sabes… por una cama nueva. Y te agradezco que te hayas encerrado con Evelett en el cuarto de baño. No imagino lo que hubiera podido…

El tigre cortó el arrepentimiento como si se tratara de una navaja y le pidió una explicación concisa. Si le daba demasiado tiempo para pensar en lo que podría haber pasado con Evelett volvería a deprimirse y eso era lo que menos deseaba el Mensajero. Ya tenía suficiente con intentar manejar el resto de negativas emociones que Lara venía teniendo.

_ No sé lo que pasó. _ confesó ella _ Estaba soñando, creo. Soñaba que cazaba, pero en una forma diferente de como lo hemos hecho hasta ahora. Estaba como… en cuatro patas, como tú. Era como si soñara que estaba en tu cuerpo, o en el de Silver Moon, y tenía bigotes, podía sentir el viento en los bigotes.

_ ¿Bigotes como… _ Evan estiró el labio superior haciendo una mueca significativa _ bigotes?

_ ¡No, idiota! _ lo reprendió ella, airada por la burla _ Bigotes de tigre, aquí. _ y se tocó las mejillas.

Khan se estiró sobre la hojarasca en toda su extensión, con la cabeza mirando al cielo y la cola bailando con increíble agilidad. De su garganta salían de cuando en cuando ronquidos sordos, hasta que sus ojos se cerraron por completo y su cuerpo entero pareció descansar.

_ ¿Qué hace? _ interrogó Evan a la chica.

_ Piensa. No lo molestes.

Después de un par de segundos vieron aparecer la cabezota de Silver Moon y a Evelett, muy risueña, sentada a horcajadas sobre su lomo.

_ ¿Al final te ha convencido, no? _ rio Lara, tomándola en brazos para depositarla en el suelo.

Evelett estaba feliz como un niño en vísperas de navidad. Aquella era la mejor historia que alguien podía contarle y ella la estaba viviendo. Era fácil adaptarse a lo que la hacía feliz. La tigresa roncó divertida sin parar de retozar con ella, que le lanzaba sobre el lomo hojas secas y retoños de florecillas silvestres. Silver Moon no era más que una cachorra, a pesar de toda su seriedad y su sabiduría, y su increíblemente sanguinario instinto.

_ Haremos esto: _ se incorporó Khan de repente, hablando sólo con el Tercer Descendiente _ nos moveremos al norte, a Flandes, como estaba previsto. Evelett y tú irán por carretera y nosotros iremos siguiéndolos por los bosques. Solo nos veremos lo indispensable y Lara dormirá con nosotros, necesito ver por mí mismo cómo son esos sueños antes de que provoque un destrozo mayor que una cama.

A la muchacha no le quedó más remedio que aceptar y Evan no consideró un problema demasiado serio el volver a encargarse de Evelett. Su carácter era mejor que el de Lara y estaba seguro de que le daría menos problemas también.

_ Muy bien, entonces. _ dijo él una vez que la muchacha se hubo despedido de su hermana _ Nos veremos en unas semanas, y cuando eso suceda ya serás legalmente la tutora de Evelett. ¡Ah! ¡Y esta vez no te demores mucho en encontrarnos!

Lara no contestó, pero Khan dejó escapar una sonrisa de satisfecho orgullo.

Aunque nadie más lo supiera, su niña estaba creciendo.

 

 

 

Las tres camionetas llevaban más de dos horas estacionadas frente a la posada de carretera y ninguno de los sorian se había detenido siquiera por un instante en distracciones secundarias, como preguntar si alguien había visto a dos jóvenes, una niña y un par de tigres blancos. Sabían que era muy difícil que se dejaran ver todos juntos, pero podían sentir el rastro y adentrándose un par de kilómetros en el bosque ese rastro prometía hacerse más claro, más revelador. Llevaban casi cuarenta y ocho horas de retraso con respecto a Lara, y cada día que pasaba el regente los presionaba más. La quería muerta a como diera lugar, sin excusas y lo más pronto posible.

El destacamento entero penetró en la espesura y los exploradores no pidieron permiso para comenzar a buscar. Después de varios minutos Sam palpó un tocón en un pequeño claro de la floresta y se llevó los dedos a la nariz. El olor era de Lara, pero muy diferente al que los guiara aquella vez en que la habían seguido hasta los acantilados. Incluso era diferente al que siguieran desde la mansión de Craig. El aroma había cambiado desde la casa en cenizas, y se acentuaba su esencia en lugares o situaciones específicas, como la habitación en la que había dormido la última noche, o casi doscientos kilómetros atrás, donde las huellas de sus uñas en los árboles indicaban que había estado cazando… o que habían estado cazándola a ella.

Lara olía a adrenalina y a sangre latente, tórrida.

Lara se confundía con el aroma del bosque y de los animales de presa.

Lara hubiera podido estar a dos metros de distancia y ni una sola molécula de olor la hubiera delatado.

Sam optó entonces por identificar eficientemente el resto de los aromas y guiarse más por las pisadas que por el aire.

_ Siguió por el bosque. _ aseguró el sorian avanzando algunos pasos, después de media hora de seguir uno u otro rastro _ Aquí se separaron. La niña y el Tercer Descendiente salieron hasta la carretera, Lara y los Mensajeros se adentraron en el bosque. Por la fronda será mucho más fácil seguirlos, el rastro se hará más evidente cada vez. Además, van a pie como nosotros, con la diferencia de que nosotros somos más rápidos.

_ Aun así nos sacan una ventaja considerable. _ se quejó Max _ Nos hemos detenido mucho y hemos perdido el rastro varias veces. Todos se unen y se separan demasiado, a veces no sabemos a quién seguir para dar con Lara… ¡A este ritmo no los encontraremos jamás!

Se volvió hacia Dominic con la misma pregunta que le había hecho cada día durante las últimas semanas.

_ ¿Todavía no consigues conectarte con ella?

_ No. _ respondió el Comandante con la voz vacía de expresión _ No lo he logrado desde que fue convertida.

_ ¿Y con el Tercer Descendiente? _ Max sonaba impaciente y cansado.

_ Muy poco, y lo que he logrado ver no nos lleva a nada, sobre todo si acaban de tomar rumbos diferentes. No es él quien me interesa.

_ ¿Y con los tigres?

El Comandante terminó por incomodarse. Su Segundo al Mando lo estaba exponiendo frente a sus subordinados, con razón o sin ella.

_ No. No he tenido ni espero tener comunicación visual con los tigres.

_ Tu habilidad parece estar menguando un poco. _ le espetó Maxwell _ ¿No te parece? Cada día resulta más inefectiva.

_ ¡Pues tal vez quieras intentarlo tú! _ lo retó Dominic.

Rianna pasó junto a ellos y les soltó dos manotazos que los hicieron llevarse las manos a la nuca, adoloridos.

_ ¡Suficiente! _ ordenó _ Si ustedes no son capaces de controlarse, se gritarán solos. Nosotros seguiremos la pista, que es lo que hemos venido a hacer. ¡Andando! _ y el grupo de cazadores se movió tras ella como un solo sorian.

Maxwell guardó silencio, Dominic era su amigo y su superior, y sabía que aunque intentara ocultarlo, temblaba cada vez que se acercaban demasiado a la muchacha. Lo que en realidad le molestaba era que no terminara de decidirse. Los hacía seguir pistas lentas y difusas, los retrasaba con justificaciones grotescas de necesidad de descanso y aquella búsqueda no parecía tener fin.

Ese no era el modus operandi del Comandante. Ni siquiera una cacería de los clanes stark había demorado tanto como se estaba demorando el atrapar a Lara; y cuando sus ojos por fin se cruzaron con la mirada esquiva de Dominic, todo lo que puedo leer en sus gestos fue desaprobación.

_ No tienes que mentirme. _ le susurró Maxwell enojado cuando el grupo se hubo adelantado siguiendo el rastro _ Quizás no puedas ver a Lara pero el Tercer Descendiente es otra cosa, y sé que muchas veces ha estado con ella en lugares que tú podías reconocer.

_ No ha sido así, Max…

_ ¡Basta! ¡Ya basta! ¡Deja de mentirme! ¡No me trates como a un subordinado cuando lo que precisas es un amigo!

Giró en redondo para seguir al destacamento pero Dominic lo retuvo del brazo, sin dejarlo marchar. Pareció como si la tensión acumulada en los últimos tiempos se rompiera dentro de él, cayendo con el resto de las fuerzas que le quedaban. Max lo conocía y podía revelar con exactitud cada uno de los pensamientos que rondaban su cabeza. Lo obligó a sentarse en el mismo lugar donde se había sentado Lara dos días atrás, y se apoyó en el  tronco más cercano, jugando con la hoja brillante de una de sus falcatas, que descansaban ahora sobre sus rodillas.

_ ¿Crees que estás engañando a alguno de nosotros? _ le preguntó en tono conciliador _ Dom, te vimos, todos te vimos el día que creíste que habían asesinado a Lara; te vimos sufrir la noche que la rescatamos de los acantilados; te vimos, esperanzado y feliz cuando Craig consiguió alimentarla; y tuvimos que detenerte cuando te diste cuenta de que la lastimaría. Puedes reservar tu estoicismo centenario para el regente ¿pero con nosotros? ¿A quién crees que engañas?

_ No lo sé Max… _ el Comandante se llevó las manos a la cabeza y se mesó los cabellos, rubios y enmarañados _ No puedo permitir que lastimen a Lara, y no logro determinar qué es lo correcto para todos, de modo que lo único que se me ocurre es retrasarlos. Sabes que ustedes son tan importantes para mí como ella, y no quiero tener que llegar a un enfrentamiento, no quiero involucrarlos en esto, no quiero que se vean obligados a renunciar a la vida que tienen como parte de las Razas, por mi causa.

_ Eso debiste pensarlo antes de meterte en una relación que estaba prohibida para nosotros. _ sentenció Max _ Entiendo que no quieras ponerte en una posición que te haga merecedor del descrédito de tus subordinados, pero ahora mismo tu indecisión te está haciendo ver como un cobarde.

_ Es como me siento, inseguro y cobarde. No me resuelvo a seguir definitivamente  mis sentimientos porque eso significa traicionar al hombre que me amparó cuando yo no tenía nada ni a nadie,  pero tampoco protegí a Lara de ese hombre cuando debí hacerlo. Dime, _ y sus palabras cayeron como rocas sobre el corazón de Max _ ¿cómo crees que me ve ella ahora? 

La quería, eso era indiscutible, la quería con la misma desesperación con que se hubiera dejado matar en el salón del Concejo si no hubiera tenido la fuerza y las garras de todo un destacamento para contener su dolor. Su voz se quebró y algo muy parecido a un sollozo abatido se le escapó del pecho. La tierra y el pedazo de madero sobre el que se apoyaba parecieron temblar con su misma impotencia. 

_ ¿Recuerdas lo que me dijo antes de irse?

_ “Nos veremos pronto” _ murmuró Max.

_ Nos veremos pronto. _ el sorian sonrió con un débil sarcasmo _ Era lo que solía decirme cuando aún me quería. ¿Crees que pueda quererme todavía, después de que no respondí a ninguna de sus súplicas, después de que la abandoné ¡dos veces!, después de que el único que se levantó para defenderla fue un vulgar humano sin ningún poder o habilidad para protegerla, poder y habilidad que yo sí tenía?

_ Ese vulgar humano estaba condenado a muerte, Dominic. Un par de palabras de resistencia no iban a cambiar su suerte.

_ Yo ni siquiera tuve esas palabras para ella. _ balbuceó el Comandante _ Y ahora está escapando de mí… de todos nosotros. Ni todo el odio del mundo serviría para redimirme, está en su derecho de guardarme el rencor que siente y yo merezco cada gota de su resentimiento desde hoy y hasta el día en que muera… o que ella me mate.

Maxwell se acercó a él y le puso una mano en el hombro. Era la primera vez desde el volcán de acontecimientos de la reunión del Concejo que Dominic le hablaba con tal sinceridad.

_ No pienses así, no estás seguro de que Lara albergue esa clase de sentimientos hacia ti, y mucho menos que desee tu muerte.

Ese era el problema de todos, incluido Max: no conocían a Lara como él. Lara no era una humana común, en ella todas las emociones se magnificaban, ocultas y reprimidas, y cuando esas emociones salían a flote todo lo que había a su alrededor corría serio riesgo de ser destruido. Como criatura de la noche Lara sería capaz de templar sus sentimientos hasta un grado inimaginable, como inimaginable sería la catástrofe cuando esos sentimientos se desataran.

_ La promesa de muerte que le hizo a Ius no era solo para él, lo vi en sus ojos. Tú no la conoces como yo, no descansará hasta que todos los que la han lastimado estén deshechos.

_ Aunque así fuera, _ se resistió Max _ lo importante es dónde está tu lealtad.

El Comandante fijó la vista en los retoños de hierba verde y tierna alrededor de sus botas y negó con la cabeza. Ni siquiera sabía si perseguía a Lara porque la quería o para evitar que le hicieran daño, o para retrasar el momento del enfrentamiento, o para evitar su propia muerte, o si todas esas razones estaban en algún sentido relacionadas.

_ No puedo dejar de amarla, Max. No puedo sacar de mi pensamiento la forma en que me aceptó y me amó a pesar de mi naturaleza, a pesar de las circunstancias, a pesar de mí. Después de todo el tiempo que pasé con ella el silencio de la noche solo magnifica su ausencia. Hubiera hecho cualquier cosa por tenerla a mi lado para siempre y tal parece que lo único que sé hacer realmente bien es perderla.

_ Entonces debes decidir _ lo presionó Maxwell _Si estás dispuesto a hacer cualquier cosa por proteger a Lara o si vas a permanecer fiel al regente y al Concejo, queda en tus manos. Pero no demores tu juicio, el destacamento entero está pagando tu vacilación y eso no es justo.

Dominic frunció el ceño, con la mirada aún clavada en el suelo, en una extraña forma que se dibujaba en la tierra.

_ ¿A qué te refieres?

_ Nosotros también fuimos acogidos por la Casa de la Noche en el momento en que fuimos convertidos, tenemos derecho a decidir con quién está nuestra lealtad sin que tus sentimientos interfieran en eso. Algunos nos hemos mantenido al margen pero otros están tratando desesperadamente de ayudarte, Rianna ha hecho desaparecer todas las armas de largo alcance y Sam se ha vuelto un asco rastreando, pierde pistas que hasta un bebé de pañales podría seguir.

_ Al parecer más de las convenientes. _ el Comandante estiró su mano derecha y arrugó aún más la ligera línea de su entrecejo.

Por fin había dado con el origen de la marca que sus ojos habían estado escrutando mientras conversaba con Max. La ligera capa de hojas hacía difícil distinguir la huella, pero cuando se la miraba desde el ángulo correcto era perfectamente reconocible.

_ Mira esto. _ llamó a su Segundo al Mando, cambiando de tema _ ¿A qué se te parece?

Max contempló por un largo minuto la impresión en la tierra y en las plantas y levantó la cabeza para mirar a Dominic lleno de desconcierto.

_ Es la pisada de un lobo, _ concluyó con acierto _ pero no estamos en una zona donde sea natural ver manadas de lobos.

_ No es una manada, Max. Apostaría cualquier cosa a que si la seguimos no encontraremos las huellas más que de un solo animal.

_ Eso sería menos natural aún. _ la confusión de su subordinado no llegaba a dar con la verdad porque no estaba pensando de la forma correcta _ ¿Un lobo solitario?

_ No, una criatura de la noche. La marca es profunda aunque fue hecha sobre tierra seca y dura, un lobo normal no debería pesar tanto.

Si se ataban cabos con la frialdad de la inteligencia previsora, resultaba demasiada coincidencia hallar las pisadas de un único lobo, no solo en un lugar que no era su área natural de caza, sino justo donde había estado Lara. Dominic se incorporó de un salto, y él y Max siguieron por su cuenta la pista de las impresiones y del olor que desprendían.

Los pasos se adentraban en la intrincada madeja de árboles, bordeando con ligereza los troncos, estampando en las zonas donde la tierra era más blanda las huellas firmes de un lobo de gran tamaño. El Segundo al Mando escuchó los cuchicheos del destacamento a menos de dos metros de distancia a su izquierda, y durante los siguientes veinte minutos se mantuvieron así: Sam y el resto de los sorian siguiendo el rastro de Lara; Max y Dominic siguiendo el rastro del animal, sin alejarse más de diez metros de la trayectoria del equipo.

_ ¿La está siguiendo? _ preguntó por fin Max, alarmado.

_ Peor, avanza paralelo a ella.

Un lobo avanzando junto a Lara era un fenómeno para el cual no tenía explicación y que  preocupó sobremanera al Comandante. Si cuando no era más que una humana ella siempre se las arreglaba para sorprenderlo, qué no podía esperar ahora que se había convertido en una singular criatura de la noche.

Dominic abandonó la pista del lobo y se dirigió con paso apresurado al lugar donde se habían detenido sus compañeros.

_ ¡Chicos! _ exclamó _ ¡Ármense! ¡Tenemos compañía!

 

 

Ciudad de Bruges.

Francia

 

 

Evelett rio divertida mientras atravesaban el décimo sexto puente de la mañana. Por fortuna, los habitantes de Bruges habían sido más inteligentes que los de Venecia, y a los muchos canales que cruzaban su ciudad le habían añadido también numerosos puentes; pero aun así resultaba difícil para Evan no perderse, porque cada vez que pedía referencias a la niña, esta le daba respuestas como: “A la derecha de tal canal,” o “donde se encuentran tal y más cual canales.”

Cuando Hobin le habló de Bruges, en su última llamada, Evan se lo había imaginado como un pequeño pueblo de Flandes Occidental a menos de una hora de Bruselas, no esperaba encontrarse con una ciudad de ciento diecisiete mil habitantes y una estructura vial tan compleja.

_ En conclusión, _ declaró Evelett después de una hora de dar vueltas en círculos _ estamos perdidos.

Él refunfuñó en su asiento y terminó por afirmar con un movimiento de cabeza.

_ Pero no importa, llegaremos. _ aseguró y volvió a meterse en contra del tráfico por una callejuela de un solo sentido.

La niña creía que moriría de la risa cuando la fiesta de cláxones de más de diez autos comenzó a sonar, y Evan pasó un apuro tan grande antes de conseguir salir de la callecita, que cuando por fin lo hizo tuvo que reírse también.

_ Me gustaría que Lara pudiera ver esto _ dijo Evelett de repente con la vocecita cargada de nostalgia _ A ella le gusta viajar más que a mí, se enamoraría de un lugar como este si lo viera.

_ Entonces, cuando resolvamos lo que nos ha traído aquí, nos encontraremos con ella y la llevaremos a cenar. ¿Qué te parece? _ Evy asintió animada _ Pero mientras tanto, ¿por qué no tomas algunas fotografías para que se las muestres cuando la veamos… o para que guardes un recuerdo de los lugares que has visitado?

_ Lo hare, más tarde, cuando podamos pasear con más calma. _ respondió.

“Oh, Evy, pequeña, no estamos paseando. Si tan solo pudiéramos explicarte que viajar no es lo mismo que huir.” - Pensó Evan, pero se abstuvo de contradecirla, ya era suficiente con que nadie le había sabido decir por qué hacía meses que no vivía en una casa normal, como el resto de las niñas del mundo.

_ ¿Sabías que el centro de Bruges es patrimonio histórico de la humanidad, porque mantiene casi intactas sus estructuras arquitectónicas medievales? _ recitó Evelett.

_ ¡No! _ reconoció Swels _ ¿Y tú como sabes eso?

_ Yo no lo sabía, me lo dijo Google. _ se carcajeó la niña, blandiendo frente a su cara  el pequeño iPad que este le había comprado dos semanas atrás _ Pero no entiendo qué significa: “estructuras arquitectónicas medievales.”

_ Quiere decir “casas viejas”. Sus casas viejas se conservan muy bien, casi tan bien como las hicieron hace ya muchos, muchos siglos. 

_ ¡Ah! _ comprendió la niña y siguió perdida en la pantalla de doce por ocho pulgadas.

Mientras, Evan maldecía interiormente desde el navegador electrónico de la camioneta hasta a su primer fabricante; pero la razón por la que se mantenía serio y retraído no tenía nada que ver con la enrevesada estructura del tránsito de Bruges ni con el hecho de que no lograba dar con la casa donde Hobin lo estaba esperando.

No. Evelett acababa de recordarle algo que Emma le había mencionado una vez: Lara adoraba viajar. La forma en que lo estaba haciendo no era en modo alguno disfrutable y era su culpa. Evan estaba lejos de ser el tipo de persona que se ahogaba en los remordimientos, pero de vez en cuando le gustaba notar que dentro del pecho tenía un corazón y no una roca, y se recordaba que debía encontrar una manera de enmendar el sufrimiento que causaba. Aquello del karma era cosa de cuidado.

Lara estaba conociendo el mundo, marchando por carretera o por los bosques, pero con la mente tan llena de zozobras que le resultaba imposible comprender que por fin estaba haciendo lo que siempre había querido, viajar. El millonario levantó la mirada y observó los tejadillos rojos de las casas, los techos a dos aguas, las paredes de piedra cortada.

La ciudad era historia animada, palpitante, simplemente el lugar perfecto para que una joven de dieciocho años paseara con su hermana pequeña; pero por desgracia Lara no era una joven común de dieciocho años y su hermana había tenido que conformarse con verla apenas un par de veces en el último mes de viaje. Evan había intentado remediar su ausencia sustituyéndola con cuanto aparato electrónico interesante había encontrado. La alegría y la sagacidad de Evelett eran capaces de ganarse hasta a un corazón de piedra como el suyo, y una vez terminado el primer volumen de “El Señor de los Anillos”, no había podido soportar la tristeza de su carita cada vez que se acordaba de Lara.

El entretenimiento de la cámara fotográfica, el iPad, el IPhone y cuanto cachivache le había comprado era que los dos necesitaban tiempo para descifrar su funcionamiento; el mismo Evan la había enseñado a navegar en Internet, y ahora no pasaban por ningún lugar sin que Evelett fuera capaz de describirlo de una punta a la otra aún antes de haber llegado.

_ ¡Párate! ¡Párate! _ la voz de la niña lo sacó de su ensimismamiento y lo hizo frenar con rapidez _ Llegamos.

Evan miró con incredulidad la fachada azul y comprobó la dirección que Hobin le había dictado por teléfono. Habían llegado, en efecto. El abogado personalmente salió a recibirlos, con la misma cortesía e incluso el mismo cariño distante y respetuoso que le había profesado siempre. Las explicaciones sobre su paradero durante los últimos meses salían sobrando, los millonarios estaban en todo derecho de desaparecer sin dar razones y de aparecer de nuevo cuando necesitaban algo especial. Hobin estaba acostumbrado a ello, como estaba acostumbrado a hacer lo que se le mandaba sin preguntar.

Swels condujo a Evy hasta un diván al extremo más alejado de la habitación y la dejó disfrutando de una deliciosa merienda que el anfitrión había mandado preparar, mientras él se encargaba de solucionar los problemas para los que le habían prometido una respuesta.

_ ¿Están todos? _ preguntó recibiendo el sobre amarillo de manos del abogado.

Aunque le había explicado con detalle a Hobin por teléfono cuál era el servicio que deseaba, no tenía ni idea de qué decían aquellos papeles que el hombre había dispuesto para él.

_ Todos, Evan. Ábrelo. Lo primero que ves es tu Acta de Divorcio, firmada e inscrita ante el Registro Civil Español. Después están las actas de nacimiento de Lara y de la niña; las Actas de Defunción de sus padres en un accidente, y la Constancia de Tutoría de la menor a favor de su hermana. Todos los documentos están en regla y se pagó lo justo por ellos.

El Tercer Descendiente sonrió, lo que menos le importaba era el dinero, las sabias inversiones de sus padres habían asegurado el futuro de las próximas cuatro generaciones de la familia Swels; y sabía que Hobin no lo engañaría en las cuestiones económicas, le pagaba demasiado bien como para que no se sintiera en la tentación de robarle.

_ En el fondo encontrarás documentos de viaje para los tres. _ continuó el abogado _ Te saqué tres pasaportes más, uno americano, uno canadiense, y uno suizo, y lo mismo para ellas. Nada de nombres falsos. Tal como me pediste, son las tres personas más “en regla” del planeta.

_ Muy bien _ aceptó Evan, complacido _ Te agradezco la rapidez con que has trabajado, pero aún necesito algo más. Un servicio extra, por el que voy a pagarte muy bien.

El hombre se acomodó en su butaca y sonrió con condescendencia. Cada vez que Swels le decía algo medianamente parecido era porque la idea que tenía en mente prometía no ser nada convencional, e incluso alcanzar las categorías de arriesgada, ilegal y peligrosa.

Lo extraño del caso actual era que Evan jamás le había ofrecido pagarle de más por su ayuda.

_ Tú dirás.

_ Deseo hacer un testamento. Comprenderás que con Lara no me he metido en un predicamento sencillo; el mundo en el que estoy envuelto ahora puede hacerme amanecer mañana flotando en el más sucio de estos canales, y quiero dejar mis asuntos organizados. Mis padres confiaron en tu padre, y de la misma manera yo te hago depositario de toda la tranquilidad de mi sueño.

_ Lo entiendo, _ murmuró Hobin _ pero un testamento no es nada fuera de lo común. ¿Qué tiene este de especial?

_ Que quiero dejarle todo lo que tengo a esa niña, _ declaró señalando a Evelett _ y quiero que tú seas su tutor.

El abogado se incorporó en su asiento, si dudas confundido por las intenciones de Evan. Él nunca había estado muy cuerdo aunque siempre le había dado buenas razones para cada uno de sus actos; pero Hobin dudaba que pudiera haber motivos racionales para dejar una herencia multimillonaria a una niña con la que no tenía la más mínima relación.

_ Evan, ¿estás seguro de lo que estás diciendo?

_ Seguro, muy seguro. Hobin, no tengo a nadie más en este mundo y no te voy a mentir diciéndote que me he encariñado de más con la chiquilla, pero está conmigo y con Lara, está aprendiendo y es la criatura más inteligente y más dulce que puedas imaginar… En cualquier caso, _ terminó por confesar _ prefiero que mi fortuna quede en manos de alguien relacionado con las Razas.

_ ¿Crees que su hermana esté de acuerdo con tu decisión?

Evan recorrió la habitación con la mirada sin saber exactamente cómo responder a eso. Era una pregunta que no se había molestado en hacerse, porque no creyó que Lara tuviera algo que opinar al respecto.

“¡Pues debiste pensarlo!Se reprendió¡Ya ves que Lara siempre tiene algo que opinar!”

_ No tengo idea, pero tampoco pienso consultarle. _ determinó después de unos minutos _ No estoy tan sobrado de tiempo como para deleitarme paseando por esta ciudad, si me entiendes.

_ Comprendo, comprendo.

Hobin se puso en pie y se acercó al escritorio de madera preciosa que ocupaba el centro de la estancia, invitando a Evan a que se le uniera en su sitio de trabajo. Sacó un largo pliego de papel foliado y comenzó a redactar en silencio, mientras el joven seguía con la vista cada palabra, haciendo acotaciones aquí y allá según su gusto. En un momento determinado, cuando el abogado enumeraba las propiedades y acciones que se considerarían parte de la herencia, Evan lo detuvo, ordenándole que pusiera todas sus acciones de una importante empresa de comunicaciones a su nombre.

_ Te dije que te pagaría muy bien por tus servicios. _ sonrió ante la expresión interrogante de Hobin _ Has sido un buen abogado y un excelente amigo, y me gusta recompensar las buenas amistades.

Veinte minutos después, el documento estaba debidamente firmado y dispuesto para su registro. El abogado era un hombre hábil en todos los sentidos.

_ No te preocupes. _ le dijo _ Confío en que sabrás cuidarte como hasta ahora, pero si algo ocurriera yo me haré cargo de la pequeña. Tendrá la misma educación que tú tuviste… e imagino que las mismas extravagancias también. _ suspiró _ ¡Me estoy haciendo un poco viejo para esto!

Evan recogió a Evelett, aún entusiasmada con el diminuto servicio de té que la doncella le había puesto para halagar su alegría infantil, y se despidió de Hobin con un fuerte apretón de manos.

_ Una cosa más, _ dijo en voz baja _ necesito que investigue al padre de las chicas, a Hatch Sanders. He sabido de buena fuente que Emma Sanders no era la madre de Lara, y conocer su origen biológico puede ser de mucha ayuda en estos momentos.

_ Haré lo posible por reunir esa información. _ se comprometió el abogado.

El sol decaía por parsimoniosa lentitud sobre las azoteas de rojizas tejas mientras Evan ponía de nuevo en marcha la camioneta plateada. Cuando volvió a salir a la carretera marcó un número en su celular y dejó que repicara dos veces. Aguardó un minuto y repitió la misma operación.

En la colorida pantalla del aparato apareció un mensaje conciso y tranquilizador:

“Voy dos pasos detrás de ti.”

 

 

Algún lugar al norte de Noruega.

 

 

La noche estaba tranquila de una manera que llegaba a resultar inquietante. Se podían ver cada una de las estrellas, y a pesar de la relativa calidez que se había sentido durante todo el día, la oscuridad tornaba el ambiente frío y sobrecogedor, listo para que una criatura de la noche extendiera sobre la tierra las letales dotes que había recibido de sus antepasados.

_ Será mejor que la disfrutes ahora. _ la voz de Moyra resonó sutil por las riberas, con un eco suave y halagador a ambos lados de la corriente de agua.

_ ¿A qué se refiere, señora? _ y la paciencia de Brago prefirió preguntar directamente antes de intentar desentrañar la madeja que normalmente resultaban ser las palabras de la regente.

_ A la noche. Disfrútala ahora. En unas pocas semanas tendremos dos largos meses de luz, puede llegar a ser duro para criaturas como nosotros.

Brago cruzó los brazos y de forma inexplicable, obedeció. Procuró sentir la oscuridad hasta en el último de sus huesos y celebró el frío quitándose la gabardina que lo abrigaba. La vegetación tupida a sus espaldas, el silencio propio de los lugares retirados, y la corriente de agua salada y semi cálida delante. El cuerpazo descomunal el hombretón pareció relajarse, influenciado por el ambiente sosegado que los rodeaba.

_ No imaginé que pudiéramos sentirnos tan en paz a pesar de los siglos de lucha que llevamos a cuestas. Puede ser mágica esta tranquilidad. _ murmuró.

La anciana a su diestra sonrió imperceptiblemente, les quedaba tanto por aprender a sus muchachos.

_ Esta es solo la calma que precede a la tempestad, Brago, un pequeño augurio del destino de lo que podríamos tener, antes de lanzarnos sin piedad a la batalla de nuestras vidas. Dentro de poco no habrá sitio lo bastante retirado en el mundo en el que podamos encontrar paz, ni nosotros, ni ninguna otra criatura de las Razas.

_ Pero así debe ser. _ el Primer Oficial recobró en un instante su temperamento severo _ No podemos seguir escondiéndonos, no podemos seguir siendo perseguidos y masacrados o en breve no habrá uno solo de nuestra casta para mantener el linaje. ¡Debemos pelear!

_ ¿Aunque eso signifique que las Razas, como las conocemos, colapsarán y sus miembros menguarán casi hasta la extinción? _ preguntó Moyra con tristeza _ ¿Valemos tanta muerte?

Brago se acuclilló y tocó con suavidad el agua, provocando amplias ondas que fueron a perderse en la corriente.

_ Nosotros hemos llegado casi a la extinción, perdiéndonos, corriendo siempre como estas aguas por causa de las Razas; eso nos ha mantenido tenaces, unidos, más seguros que nunca de nuestros principios y de nuestra fuerza. Al resto de las castas no les haría daño pasar por un poco de sufrimiento como el nuestro.

_ No, muchacho. _ lo reprendió la anciana con cariñosa suavidad _ El resentimiento que hay en tu corazón no es lo que nos ayudará a librar esta contienda. Debes adquirir un poco de tolerancia o de lo contrario no aceptarás aliados, y esta no es solo la guerra de los stark. El mundo de la noche en pleno sufre las consecuencias de nuestros actos hace quinientos años, como en el próximo milenio nuestros descendientes sufrirán las consecuencias de lo que hagamos hoy.

Sobre el rostro rígido del stark se dibujó una línea de resignado entendimiento.

_ Debemos ser prudentes. _ admitió _ Pero, señora, ¿cuándo dejaremos de escapar? Hace años que esperamos por un giro favorable en nuestra existencia y ya la Madre ha nacido. ¡No comprendo qué estamos esperando!

_ A que crezca, Brago, esperamos a que la Madre crezca. Esa muchachita tiene dos Mensajeros para entrenarla pero eso no es suficiente. Su vida no puede hallarse más alejada de nuestras costumbres, de nuestros conflictos. Debe aprender a vivir como una criatura de la noche, a sentir como suyas nuestras desgracias o de lo contrario no será más que una inmortal con una energía que no sabrá manejar. Recuerda que cuando el poder nace sin objetivos, sin propósitos por los cuales crecer y creer, es solo fuerza bruta. Y a la fuerza bruta se le pude derrotar con la punta de una aguja.

_ Lo sé, me lo demostraste innumerables veces cuando no era más que un joven y muy testarudo stark, pero siento que no estamos haciendo lo suficiente. Entiendo que la chica necesite madurar, pero aquí, entre nosotros, podrían sus pensamientos tomar el rumbo necesario. ¡Permítame ir a buscarla!

Moyra sonrió con la burla respetuosa que le está permitida a los ancianos por sabio y natural derecho, y se apoyó en el brazo del Primer Oficial, obligándolo a seguirla.

_ Ven, hablemos con el fuego. _ le susurró _ Él nos dirá qué hacer.

El campamento stark no contaba esta vez con más de diez pequeñas tiendas. Las diferentes familias que conformaban los restos de la resistencia se habían separado en aras de pasar desapercibidos en sus viajes, aun a riesgo de que esa división los hiciera vulnerables.

Se movían con lentitud y procurando no llamar la atención, manteniéndose siempre en una estructura en forma de espiral. En el centro se hallaban la regente y sus subalternos. En un radio de quince kilómetros a partir de ellos, y formando un círculo mayor, se encontraban las madres con sus hijos más pequeños. A quince quilómetros de las madres, en una circunferencia todavía más abierta, se hallaban las familias donde todos eran ya adultos. Y el circuito más externo era vigilado por grupos de soldados stark, por los pocos que quedaban.

A pesar de la aparente distancia entre unos y otros, aquella organización les había asegurado la supervivencia numerosas veces. De esa forma, las nuevas generaciones de stark, sus madres y los más ancianos podían escapar mientras los soldados y adultos de la familia enfrentaban un ataque imprevisto. 

Moyra condujo a Brago a su tienda y le ofreció asiento sobre uno de los grandes cojines de bordados negros y dorados, único lujo que se permitía en la vida nómada que se habían visto obligados a adoptar. En medio del pabellón ardía un fuego vivo y cálido, que reconfortaba los huesos y agitaba la sangre. La anciana pasó su mano derecha sobre la lumbre y una diminuta llama pareció quedarse prendida de su palma. Aquel fuego no la quemaba, sólo jugueteaba corriendo sobre cada uno de sus dedos, avivándose o mitigándose en dependencia de la emoción que agitara la voz de su dueña.

_ Dime, muchacho ¿qué ves?

Brago sonrió. La regente le había hecho la misma pregunta innumerables veces, cada vez que una nueva visión estaba cercana a revelarse, y él siempre contestaba con la única respuesta que tenía.

_ Fuego, anciana. Veo fuego.

_ Entonces te equivocas, pero no importa, un día verás mucho más que fuego, verás nuestro nacimiento. _ sentenció Moyra _ Por ahora me conformaré con que lo escuches.

Y en eso siempre había sido bueno. Las visiones de la mujer eran muchas veces tormentosas y confusas, y le pedía a su más fiel oficial que la acompañara, porque en ocasiones los sonidos podían ayudarla a comprender mejor lo que veía. El hombretón cerró los ojos y se concentró en el chisporroteo de la llamita mientras Moyra miraba dentro de la fluctuante luz como si fuera a absorberla por completo.

_ Pisadas… _ musitó Brago _ corriendo… más de diez criaturas de la noche…

_ Los sorian, _ asintió la anciana _ la persiguen muy de cerca.

_ Escucho… rugidos, parece una horda de tigres… y metal, metal chocando con metal… y muchos gritos…

_ Una batalla es lo que oyes. _ explicó Moyra, y cuando Brago abrió los ojos, los de la regente parecían haber engullido la llama _ Son demasiados, no conseguirá escapar a menos que…

_ ¿Que qué?

La pregunta angustiada del stark pareció sacar a Moyra de su concentración, y el fuego se extinguió en sus ojos y en sus manos. Se mantuvo silenciosa por varios minutos, intentando procesar todo lo que había visto, y luego respondió con denodada calma.

_ La Madre está corriendo grave peligro. Los cazadores no tardarán mucho en encontrarla.

_ Sabía que no debimos dejarlos vivos. ¡Sabía que traería consecuencias nefastas a largo plazo!

_ No, _ aseguró Moyra _ los ancestros no se han equivocado y yo tampoco al seguir sus consejos. Los cazadores debían vivir. A través de ellos Lara conoció la Casa de la Noche, conoció a Ius… nosotros no hubiéramos podido hacer eso nunca. Debían vivir porque son ellos los que la están obligando a fortalecerse como una de los nosotros.

_ ¿Aún a riesgo de que la maten?

El fuego en el brasero pareció avivarse ante el genio vivo que se escapaba en el tono de Brago.

_ ¡No seas necio! ¿Cómo es que no comprendes la importancia que esta persecución tiene en su vida? ¡Le permite juzgar por sí misma! Ella está determinando quiénes son sus enemigos naturales.

_ Aun así, señora, cuando la encuentren la lucha resultará inminente y son demasiados. ¡Déjeme ir a buscarla!

_ Lo siento, pero no puedo concederte lo que pides. Ahora mismo se encuentra en medio de una transición muy peligrosa que no debe ser afectada por los stark. _ puso una de sus manos sobre el hombro del ofuscado oficial y le habló como se le habla a un amigo sobre el mayor de los tesoros que se ha escondido _ Verás, Brago, Lara no está sola, el mundo de la noche tiene sus ojos volcados sobre ella desde que se supo que era la Madre. Este es el momento de que la vean, y ella se mostrará, y las Razas podrán reconocerla. Eso es tan necesario como su propia supervivencia.

Brago se puso en pie. Aunque la levísima inclinación de su cabeza anunciaba una claudicación de su inconformidad, era incapaz de resistirse a Moyra cuando le hablaba con la sabiduría de los ancestros.

_ Lo entiendo, pero sigo creyendo que no es sabio dejar al azar el hecho de que nos encuentre. _ se atrevió a decir todavía.

_ Tienes razón en eso, motivo por el cual no lo dejaremos al azar. La llamaremos en este instante.

La mirada del hombretón se llenó de sorpresa y Moyra se incorporó, complacida, tomando de nuevo una pequeña llama del brasero. Estaba segura de que en la cabeza del stark se estaban maquinando un mar de preguntas al respecto.

_ ¿Podemos hacer eso? ¿Llamarla?

_ ¡Oh, Brago! _ se carcajeó la anciana _ Te dije que la muchacha no está sola, tiene a su alrededor increíbles criaturas.

Atrapó la lumbre entre sus dos manos y le exhaló un nombre. La llamita parpadeó con agitación y adquirió una extraña tonalidad rojo sangre.

Una, dos, tres veces… Moyra volvió a llamar.

Una, dos, tres veces… y Lara despertó.

 

 

Frontera Norte de Francia

 

 

_ ¡Levántate! _ Lara dio un manotazo a Evan, que hacía más de una hora roncaba como si el mundo se fuera a acabar al otro día _ ¡Maldita sea, Evan, que te levantes!

Volvió a golpearlo con suficiente fuerza como para que el millonario despertara sobresaltado y poniéndose los zapatos en un movimiento al parecer mecánico de su subconsciente.

_ ¡Ya voy! ¡Ya voy! _ pero cuando vio a Lara de rodillas junto a Evelett y comprendió que nadie los atacaba, su ánimo pareció relajarse _ ¿Qué sucede?

_ Está ocurriendo de nuevo. _ murmuró ella señalando lo labios de su hermana, que se movían con lentitud _ La he escuchado en sueños y sabía que algo raro pasaba. Desperté al instante y la he visto así.

Evan encendió la tenue lámpara que había comprado para la tienda de camping en que se quedaban desde hacía días, cuando Evelett se había negado a separarse de Lara, y observó con cuidado el rostro de la pequeña, que apenas parecía agitado.

_ Tienes razón, está pasando de nuevo. La última vez se veía exactamente igual. ¿Crees que…?

Pero la voz pausada y profunda de una anciana salió de los labios de la niña y Evan se asió a la mano de Lara, sobresaltado. De no ser porque ya ellos estaban viviendo su propia película de terror, hubiera podido asegurar que Evelett acababa de salir de una escena de “El Exorcista”.

Lara le lanzó una mirada sarcástica.

_ ¿En serio? _ se burló; y los dos se enfocaron de nuevo en la pequeña mientras el mensaje que salía de su boca seguía repitiéndose una y otra vez.

_ “…Con los osos y los lobos… siguiendo el camino de los fiordos… donde el frío calienta la sangre de tu raza… con los osos y los lobos… siguiendo el camino de los…”

De un instante a otro la voz hizo un silencio absoluto y Evelett recobró el sueño tranquilo y reparador del que parecía no haber salido nunca.

Lara dejó la casa de camping con el mismo sigilo con que había entrado y se sentó sobre una protuberancia de raíces y hojas, intentando descifrar lo que acababan de oír. Por un lado estaba la incógnita del mensaje, y por otro la preocupación de que Evelett pudiera recibir mensajes de otras criaturas de la noche.

_ No te rompas demasiado la cabeza, _ murmuró Khan, acercándosele _ ha sido Moyra quien hablaba, la reconocería con los ojos y los oídos cerrados. Te está llamando, parece que ha llegado el momento de que tu raza te conozca.

_ ¡Pero no entiendo lo que dijo! ¿A dónde se supone que debo ir?

_ ¡A Noruega…! _ gritó Evan saliendo de la tienda, exaltado y jadeante, ondeando el iPad a modo de banderola _ Los osos… y los lobos… son al norte… los fiordos… son canales glaciares… de Noruega… _ y respiró profundo _ ¡Nos vamos a Noruega!